Reflexiones de viernes

 

Vengo a dejarme caer por aquí para reflexionar un poco tras esta semana.


Normalmente, la gente suele estar en busca de alguien especial. Un príncipe, o princesa de cuento. Una historia que te haga latir. Sexo. Lo que sea. Es entonces cuando en vez de encontrar lo que buscas, se extravía. Estas cosas no se buscan. Surgen.


De nada te sirve pasar los meses tratando de encontrar a esa persona. Esa persona ya llegará, si es que llega. Lo mismo es mejor que no llegue nadie. Seguir disfrutando de la soledad, el silencio, la cama entera para ti, entrar, salir, hacer lo que te de la gana sin necesidad de explicaciones, ni siquiera avisar. 


Sinceramente esto también es adictivo. Soy adicto a hacer lo que me plazca. Me flipa mi libertad. Que no digo que en pareja no la haya. Pero no es igual. ¿Soy adicto a mí mismo? Probablemente. Cuando te centras en ti y lo conviertes en rutina. Es un círculo del que también cuesta salir. 


Yo que no me gusta dar explicaciones ni avisar, pretendo que la vida me avise de lo que está por venir y me explique lo que sucedió. Sin embargo, respiro hondo. Trato de empatizar con ella y entiendo que si yo soy tan jodido, más jodida es ella. Entonces me calmo. Me olvido del control. Dejo que suceda. 


Así como las cosas surgen, disfruto de esto que me ha surgido, que no es más que el dulce sabor de la soledad.


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